De todas las premisas sobre las que se asienta la elegancia cuando vestimos de manera formal, es decir, con traje y corbata, la fundamental y básica es la de la búsqueda del necesario contaste que debe existir entre camisa y chaqueta.
Este aspecto no ha sido suficientemente estudiado, por lo que aquí vamos a desvelar como debe afrontarse la búsqueda de ese contraste.
El contraste entendido como oposición entre un color y otro, nos remite siempre a una lucha entre claro-oscuro.
Aplicado este concepto a nuestra indumentaria formal, hemos de poner de relieve que el contraste, como juego entre colores que pueden entenderse como opuestos, es fundamental para el éxito de nuestro atuendo.
Este contraste, en su concepto más básico, debe aplicarse con relación a dos prendas: la camisa y la chaqueta. Esto significa que el color de la camisa debe ser claro, frente al tono oscuro de la chaqueta, lo que quiere decir que cuanto más contraste consigamos plasmar en este binomio CAMISA-COLOR CLARO frente a CHAQUETA-COLOR OSCURO, más elegancia imprimiremos al conjunto.
Desde esta perspectiva pueden entenderse fácilmente dos cuestiones que nos ayudarán a comprender esta necesaria precisión cromática. Por un lado observamos como la camisa esencial que no falta es el armario de un caballero es la blanca. En efecto, podremos no tener camisas de cuadros granates, pongamos por caso, pero seguro que todo caballero cuenta con, al menos, una camisa blanca. Es más, probablemente la primera camisa para vestir con traje que hayamos adquirido, cuando comenzamos a vestir de manera formal, sea la de color blanco. Esto es así porque es la camisa que, en todo caso, nos va a permitir contar con un garantizado contraste. No en vano recordemos que los trajes azul marino y gris marengo constituyen el que podríamos denominar como uniforme oficial de los caballeros, por lo que el mayor contraste que podemos aplicar sobre esos tonos de traje es el de utilizar siempre una camisa blanca.
Otra de las demostraciones palpables de la importancia que tiene este juego del contraste en nuestra indumentaria, es cuando nuestra percepción conceptúa la indumentaria del esmoquin como la que encarna el paradigma de la elegancia, y no es por el uso de pajarita o corbata de lazo, que en ocasiones es frecuente verla en diferentes tipos de atuendos, sino que la elegancia que trasmite el esmoquin es por el hecho de que el juego de contrastes se lleva, en este caso, hasta sus últimas consecuencias con la aplicación de los colores que más contraste provoca: el negro y el blanco.
Lo mismo cabe decir de indumentarias como el frac o el chaqué.
Si el juego del contraste, como hemos visto, supone la premisa esencial en la búsqueda de la elegancia, a sensu contrario, debemos poner de manifiesto que la ausencia de ese necesario contraste merma la elegancia. Es decir, que a medida que disminuye el contraste, se reduce el grado de elegancia que aplicamos en nuestro atuendo, hasta el último extremo que sería la completa identidad cromática entre camisa y chaqueta, donde la ausencia de contraste supone directamente ausencia de elegancia.
Otros ejemplos de ausencia de contraste, donde comprobamos que a pesar de contar con bonitos y bien cortados trajes, no destaca por la ausencia de contarste:
El contraste básico y esencial es el de la camisa blanca/traje oscuro. Aunque si vestimos traje o chaqueta blanca, el contraste debe mantenerse, en este caso vistiendo camisa oscura, y así mantendremos el contraste y, por lo trato, la elegancia:
A medida que vayamos variando el color de la camisa y del traje, o de la chaqueta, iremos incrementado la dificultad en mantener esa elegancia buscando combinaciones interesantes, o incluso atrevidas, que nos permitan mantener siempre una mínima elegancia. Este es un reto muy interesante que todo caballero debe practicar.
A medida que vayamos variando el color de la camisa y del traje, o de la chaqueta, iremos incrementado la dificultad en mantener esa elegancia buscando combinaciones interesantes, o incluso atrevidas, que nos permitan mantener siempre una mínima elegancia. Este es un reto muy interesante que todo caballero debe practicar.
Lucio Rivas
Hola,
ResponderEliminarMuy interesante la idea que transmite con el artículo.
Quería preguntarle si considera acertado el contraste de tejidos también, es decir, mezclar tejidos de vestir con tejidos tweed. he visto personas que llevan un pantalón y chaleco lisos en telas de vestir y lo mezclan con una chaqueta de sport o un pantalón y chaqueta de vestir con un chaleco de lana tweed. ¿considera esto como acertado o rompe con alguna regla del buen vestir?. un saludo.
Muchas gracias por el comentario y por su felicitación. Con respecto a la pregunta que me formula, le indico que mezclar tejidos, que en ocasiones son antagónicos, supone una merma considerable de la elegancia. Por eso esa fórmula únicamente puede funcionar en conjuntos claramente informales.
EliminarReciba un cordial saludo