En muchos establecimientos nos señalan la posibilidad de utilizar un servicio de sastrería, pero debemos tener cuidado con lo que se entiende por tal sastrería, ya que normalmente será un servicio de sastrería industrial.
Por ello debemos tener muy claras las diferencias entre ambas formas de encargar nuestras prendas.
La sastrería artesanal supone que todo el proceso de confección pasa por las manos de un maestro sastre, es decir, desde la toma de medidas, pasando por el corte de la tela y su cosido, hasta su completa terminación. Por el contrario, en la medida industrial el proceso se caracteriza por no ser manual, sino mecanizado y además no se realiza sobre un patrón personalizado ni adaptado a las medidas del cliente, sino sobre una prenda testigo.
En la sastrería tradicional o artesanal es el sastre quien elabora inicialmente el patrón del cliente, para posteriormente proceder a cortar la tela y realizar la primera de las pruebas. Después, en lo que podríamos denominar segunda fase, se hacen los forros, los vivos para bolsillos, etc…y se realiza una segunda prueba, que consiste en probar la prenda armada con el cuello y una manga hilvanada para comprobar cómo quedan las partes más importantes de nuestro encargo, que en una americana son el cuello, los hombros y, sobre todo, el largo y caída de la manga. Esta segunda prueba tiene como finalidad proceder a la corrección de las posibles deficiencias que pudieran apreciarse para, en su caso, corregirlas. En ocasiones puede hacerse una tercera prueba antes de proceder a coser los ojales.
En la sastrería industrial no existen estos pasos que acabamos de describir, porque las medidas no se toman necesariamente por un sastre, sino que se parte de sobre una prenda previamente confeccionada llamada testigo, que está confeccionada sobre un tallaje preestablecido. Con este patrón que sirve de modelo se modo ajustan los largos de mangas, ancho de hombros, etc… Además podrán hacerse eventualmente otros ajustes y personalizar la prenda.
Quiero poner de manifiesto que estas dos maneras descritas son distintas y no por ello una debe entenderse mejor que la otra. Son sencillamente dos conceptos diferentes que obedecen a criterios distintos. En este sentido quiero traer a colación una frase que en una entrevista en la radio me dijo el gran sastre Mario Zafra, de la firma Yusty, cuando manifestaba que es preferible una medida industrial buena que una medida artesanal mala.
Con el tiempo se ha producido un fenómeno ciertamente interesante, consistente en que los claros límites aquí descritos entre estas dos medidas, han empezado a diluirse con la aparición de ciertos tertium genus, que han provocado el alumbramiento de zonas mixtas en las que podemos encontrar variantes. Así por ejemplo es posible, por un lado, una medida artesanal en la que intervenga en mayor o menor medida una máquina y, por lo tanto, no se realice todo el proceso a mano, lo que redunde en una reducción de costes y un mejor precio para el cliente. Del mismo modo y, por otro lado, es posible que una prenda realizada como medida industrial cuente con remates hechos a mano, lo que confiere a la prenda un acabado especial.
Todo esto provoca que haya sastres que siendo unos grandes profesionales como sastres artesanales no renuncien a compatibilizar su quehacer artesanal con realizar medida industrial, ya que nadie mejor que ellos para poder tomar medidas, y no por ello desmerece su labor. Asimismo hay maestros sastres como el caso de Benjamín Simón, que se dedican exclusivamente a medida industrial en su establecimiento Toque de Sastre.
En cualquier caso y como corolario hemos de manifestar que lo bueno será siempre bueno dependiendo quien lo haga y lo malo será malo de la misma manera. Por ello, al igual que hay profesionales buenos, malos y regulares en todos los ámbitos, lo mismo sucede en el mundo de la sastrería tanto industrial como artesanal. En este último mundo, al tratarse de una actividad artesanal que roza lo artístico todo dependerá de la destreza y habilidad del sastre, porque al igual que no existen dos pintores o dos escultores iguales, no hay dos sastres iguales. En este sentido basándome en mi experiencia puedo señalar que existen sastres con una capacidad de innovación y una creatividad única como es el caso de mi admirado Alberto Olego, que le lleva a personalizar las prendas como nadie. Por otro lado existen sastres que se caracterizan por ejecutar, por ejemplo, las solapas de las americanas con una precisión y perfección insuperables, como sucede con mi amigo Joaquín Fernández Prats, y podemos encontrar otros que poseen la enorme virtud de ejecutar los hombros de una manera diferente, especial y con un ajuste que resulta técnicamente perfecto, como ocurre con el gran David Fuentenebro de sastrería Hitchcock.
Alberto Olego |
Joaquín Fernández Prats |
David Fuentenebro |
Lucio Rivas
No hay comentarios:
Publicar un comentario