Vestir a medida no es un lujo, es una necesidad. Para vestir a medida es imprescindible ser consciente de todos aquéllos elementos que convierten en algo especial el hecho de tener nuestra ropa confeccionada para nosotros.
Lo más importante es saber que tener un traje a medida es más que la simple personalización de la ropa, por lo que no debemos quedarnos en el aspecto más superficial, ya que lo más importante es la sensación de sentir que una prenda se hace para nosotros, para nuestra complexión, para nuestra silueta, nuestra figura y para nuestra constitución.
El hecho de que nos pongan unas iniciales en una camisa o que borden nuestro nombre en el interior de una chaqueta no supone que tengamos una prenda a medida. Una prenda personalizada es diferente de una prenda a medida. Todas las prendas a medida se entienden personalizadas, pero no toda personalización de la ropa supone que estén hechas a medida. Esto es importante recalcarlo porque muchas personas priman la personalización sobre la medida, le dan más importancia a que una prenda lleve bordado su nombre, que es algo que puede mostrarse y les permite presumir, que el hecho de que una prenda esté pensada, cortada y cosida para adaptarse a las dimensiones de su cuerpo.
No existen dos cuerpos iguales, por lo que no puede haber dos prendas iguales. Una prenda hecha de confección, una prenda que vemos en un escaparate o una prenda que vemos en una tienda, no está hecha para nadie, no está pensada para una persona en concreto y está diseñada para un cuerpo que no existe, su destinatario no está identificado y el patrón utilizado es uno inventado. Por eso bastan estas imágenes para comprender que es lo que pretendo trasladar cuando señalo que vestir a medida es una obligación. Aquí apreciamos antes y después de cuando un caballero viste de un patrón y tallaje de una marca, y posteriormente cuando viste de sastrería:
La imagen no precisa comentarios, la evidencia es tan aplastante, que nos damos cuenta que existe una diferencia abismal. La imagen de la izquierda es la de la inmensa mayoría de los caballeros y la de la derecha responde a un traje a medida pensado y confeccionado para esa persona. La elegancia no admite termino medio, un caballero se viste bien o no.
Para vestir a medida sólo es preciso contar con cierta sensibilidad al respecto, tener gusto por lo bien hecho, huir de la moda y de la inmediatez del consumo, así como de la tiranía del pret a porter y de la esclavitud de ready to wear.
Es preciso contar con una mínima educación y gusto, para no admitir la moda rápida y ropa desechable. Hemos de descartar el concepto de “ir de compras”, que lleva implícito un consumismo sin sentido, por el de “ir a ver a mi sastre”.
La visita a nuestro sastre supone algo más que ir a hacer un encargo, porque un sastre es más que un artesano, es un amigo, un asesor, un confesor, un psicólogo y un confidente. Cuando vamos a ver a un sastre no vamos a una tienda, cuyo objetivo inmediato es vender, y por eso siempre acosan los vendedores, contándonos las bondades de sus prendas, cuando vamos a ver al sastre vamos a experimentar sensaciones muy diferentes de las que percibimos en una tienda, porque hemos pedido cita y vamos a disfrutar, porque en una sastrería el tiempo corre a otro ritmo. No existe la urgencia ni la inmediatez, existe sólo el deleite de lo bien hecho, lo artesanal y las cosas sosegadas, para tomar las decisiones adecuadas para la confección y diseño de nuestro último encargo.
Antes de vestir a medida |
Después de vestir a medida |
En mi caso particular, mi sastre es Don Alberto Olego, magnífico sastre y mejor persona, quien desarrolla una actividad llena de inquietudes, ganas de innovar, aportando su propio estilo, y abierto a lo que sale de lo convencional. Alberto me conoce a la perfección y disfrutamos debatiendo sobre nuevos retos e innovaciones, llegando a convertir su taller, Sastrería Olego, en un pequeño laboratorio del que salen desde propuestas convencionales y clásicas, hasta nuevas aportaciones y atrevidas innovaciones.
Taller del gran Alberto Olego con mi ultima americana sobre la mesa |
La ropa a medida, realza nuestra personalidad, favorece nuestra figura, destaca nuestras virtudes y disimula nuestros defectos.
Vestir con traje y corbata no es vestir bien, vestir bien es hacerlo de forma que el conjunto resulte impecable, sea con traje y corbata o no, y la única manera de vestir impecable es hacerlo a medida.
No debe admitirse la idea de que una prenda de confección de una talla determinada y con un patrón concreto nos queda bien por el hecho de que no nos haga demasiadas arrugas o porque la manga parezca en su sitio. Lo que comúnmente se señala respecto e una prenda que queda bien, no es en realidad así, porque una prenda que queda bien a nuestra complexión es solo aquella prenda que queda perfecta. Lo que comúnmente se dice de una prenda que queda bien, en realidad se refiere a una prenda que no queda mal y, evidentemente, no es lo mismo.
Cuando unas manos artesanas cortan y cosen, con la maestría que atesora un sastre, una prenda para ti, tu gusto, tu inquietud y tu cuerpo, es más que una artesanía, es una obra de arte.
Lucio Rivas.
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