Las camisas que cuentan con el cuello y puños blancos tienen su antecedente remoto a finales del siglo XVIII, cuando se almidonaban los mismos con la finalidad de que estuvieran siempre limpios, habida cuenta que era la única parte de la camisa que resultaba visible y que se ensuciaba con facilidad.
Es posteriormente en el siglo XIX cuando las clases más populares, ante el desgaste que siempre sufre en mayor medida la parte del cuello y los puños de la camisa, y no pudiendo hacer el desembolso de una camisa nueva, cambian las partes desgastadas y son sustituidas por telas nuevas, que normalmente eran blancas por lo fácilmente que se podían ensuciar, lo que generaba un contraste de color en todos los casos. De esta manera contaban con la posibilidad de que a través de este mecanismo, y tras sucesivos cambios de los puños y cuello, la camisa prolongaba enormemente su vida útil.
Los puños blancos inmaculados eran en aquella época signo de pertenencia a la alta sociedad, dado que quien llevaba a cabo trabajos de carácter artesanal o fisco nunca podría hacer alarde de puños blancos, porque se manchaban con el desempeño de sus labores, por lo que llevar los puños impolutos denotaba el status social de su poseedor.
En sentido contrario podemos manifestar lo mismo, ya que las camisas a rayas o de tonos oscuros eran propias de las clases trabajadoras, porque los colores o estampados servían para disimular manchas.
Por su parte la burguesía para mostrar una indumentaria acorde con las clases nobles empezaron a coser a las camisas el cuello y los puños de color blanco, que a medida que se desgastan eran sustituidos por otros.
Esta práctica se convirtió en habitual y fue adoptada como moda atrevida, especialmente por el alma mater de la elegancia contemporánea, el Duque de Windsor, que fue quien consolidó esta tendencia.
Hoy se ha convertido en una variante más a la hora de seleccionar nuestras camisas, pero no hemos de olvidar que existen dos formas de puños y cuello diferentes: la forma general, es decir, los de color blanco y, por otro lado, una variante más atrevida y poco frecuente que es la que utiliza para los puños y el cuello telas diferentes a la de la camisa, pero que no son necesariamente blancos. En esta primera entrega hablaremos de los que son de color blanco que constituyen la práctica totalidad de esta forma de concebir el diseño de las camisas.
La confección de camisas con puños y cuellos diferentes sigue siendo habitual en las sastrerías más tradicionales, pero no es fácil combinar acertadamente y con elegancia una camisa con cuello y puños iguales que hagan contraste con el resto de la camisa.
Lo primero que debemos apuntar es que las camisas con cuello y puños diferentes son tradicionalmente concebidas como camisas menos formales. Sin embargo hoy día es frecuente que una camisa de rayas azules con puños y cuello blancos sirva para un evento de ceremonia, que aunque puede quedar en realidad muy elegante no resulta estrictamente ajustado al protocolo más convencional.
Los puños y cuello en blanco pueden realizarse en prácticamente cualquier estampado. Soy un gran defensor de las camisas con cuello y puños blancos, y los tengo combinados con muy diferentes telas, desde las tradicionales de rayas azules, hasta las de cuadros rojos. Prácticamente cualquier tela admite cuello y puños en blanco.
Las claves para lucir bien una camisa de estas características reside siempre en la corbata y para ello debemos tener en cuenta lo siguiente:
1º) Que la corbata debe tener siempre armonía de color con el estampado del cuerpo de la camisa.
2º) Que la corbata debe siempre ser mucho más oscura que la tela de la camisa.
1º) Que la corbata debe tener siempre armonía de color con el estampado del cuerpo de la camisa.
2º) Que la corbata debe siempre ser mucho más oscura que la tela de la camisa.
Cumpliendo estas sencillas normas conseguiremos crear la necesaria armonía en el conjunto y, a la vez, un interesante contraste de la corbata con el cuello blanco lo que siempre potenciará la elegancia del resultado.
Para estas camisas siempre es una buena elección y un acierto asegurado usar corbatas lisas. De esta forma el contraste, que es lo que realza la elegancia, obliga a fijar la vista siempre en la corbata y en el cuello y no en el estampado de la camisa.
Si vestimos de manera formal estas camisas resultan siempre muy elegantes con trajes azules marinos y especialmente con trajes príncipe de gales.
Por su parte, en atuendos informales estas camisas resultan muy sencillas de combinar y otorga a quien las porta un aire distinguido, aunque se luzcan con chaquetas propias de indumentaria informal.
Lucio Rivas
Excelente¡
ResponderEliminarExcelente¡
ResponderEliminarMuchas gracias. me alegro le haya gustado.
EliminarL.R.
Hola. Voy a casarme y pensaba llevar esta camisa. Es buena idea?
ResponderEliminarSi lo es. Pero le sugiero que no exista mucho contraste entre la tela del cuerpo y la de los puños y el cuello.
Eliminargracias porla explicacion del buen vestir.
ResponderEliminarCelebro le haya gustado. Gracias por el comentario.
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