lunes, 24 de noviembre de 2014

Inauguración de la temporada de conciertos de Orquesta y Coro Nacionales.


Se inició la nueva temporada en el Auditorio a finales del mes de septiembre. Desde mi abono en el patio de butacas en los tres ciclos de la sala sinfónica, tengo el privilegio de percibir multitud de matices que desde otros puntos no resulta sencillo. La inauguración tuvo una visita excepcional, la violinista Anne Sophie Mutter, considerada una de las mejores del mundo y, sin duda,  la más aclamada. Nadie ha acaparado tantos elogios como ella, tanto en sus actuaciones como en las múltiples grabaciones que atesora. En este caso, la ejecución del concierto para violín y orquesta número 1 de Max Bruch fue sencillamente perfecto, impecable y de una brillantez sonora difícilmente superable.
Anne Sophie Mutter


A comienzos del mes de octubre pudimos disfrutar, por otro lado de la octava sinfonía de Beethoven, que estaba previsto dirigiera el maestro Frühbeck, pero desgraciadamente no pudo ser por su reciente fallecimiento.
Ricardo Llorca, nos sorprendió en el siguiente concierto con una composición, que se estrenaba ese día por encargo de la OCNE, que gozó del beneplácito del público. Demostró ser un excelente compositor y disfrutamos en su obra de una base de sucesión de acordes del xilófono admirable, que  recreaba ambientes sencillos pero muy bien orquestados, fáciles de escuchar y que recordaba en determinados momentos armonías en la línea de compositores contemporáneos como Oswaldo Golijov o el genial Facil Say. Mención especial requiere el director Antonio Méndez que tuvo una ejecución impecable.
Asombroso fue el siguiente concierto de la buena mano de Ramón Tebar, porque pudimos deleitarnos con el joven guitarrista Montenegrino Milos Karadaglic, en su ejecución del concierto de Aranjuez. Sencillamente impresionante.

Tebar ejecutó, a continuación, la nada fácil obra Alexander Nevsky de Prokofiev de forma magistral. Obra espectacular como pocas.
Emociones al límite se llamaba el siguiente concierto. Donde se repasaban obras impactantes. El concierto empezaba con una obra nada fácil de escuchar de Penderecki que no gustó por lo general al público, y he de confesar que a mí tampoco a pesar que soy entusiasta de la música contemporánea.       
Quien haya escuchado la décima sinfonía del genial Shostakovich sabe que es una de las obras cumbre del sinfonismo del siglo XX, y así quedó demostrado con la impresionante batuta de Urbanski, que estuvo genial.
Un capítulo aparte merece el concierto para piano de Liszt, donde la brillante pianista georgiana Khatia Buniatishvili, deslumbró con su talento en un concierto escrito para demostrar el virtuosismo del pianista, y también deslumbró con su vestido, aunque no fuese el más adecuado para un concierto. 
Schoenberg - Egon Schiele
Inbal, fue el director del siguiente y hasta ahora último concierto celebrado, que comprendía una sola obra: Gurrelieder de Schonberg. Obra genial y que se encuentra entre mis diez obras favoritas de todos los tiempos. La ejecución de esta compleja obra fue excelente, el sonido impactante, la orquesta brillante, los cantantes sensacionales y el coro, en este caso de RTVE por la huelga del nacional, sencillamente insuperable. Que deleite para los sentidos.

En estas ocasiones se hace necesario acudir al concierto en buena compañía para compartir tal cúmulo de vibrantes sensaciones.
Raro privilegio se denominaba este último concierto. Sin duda privilegio fue disfrutarlo y raro porque no es una obra que se interprete con frecuencia desgraciadamente.
Obra magnifica y también magnifica estuvo la Orquesta Nacional de España, al igual que el coro de RTVE, que ha hecho olvidar de momento al Coro de la OCNE.   

L.R.

1 comentario:

  1. Si el vestido de Khatia Buniatishvili no es adecuado para un concierto, ¿se tacharía a Yuja Wang de hereje por su forma de vestir? La música clásica no es algo estricto que esté atado a formas. Es precisamente eso lo que por desgracia provoca con frecuencia el rechazo de quienes no frecuentan esta música, tanto por que "es aburrida" como por los asfixiantes protocolos que algunos aún perduran.
    He leído varios artículos suyos acerca de la etiqueta de directores de orquesta y reseñas de conciertos. No comparto su opinión en varios puntos pero es tan respetable como cualquier otra, bendita libertad.
    Personalmente, opino que la música clásica está en un periodo de renovación. Las orquestas programan temporadas con nuevas perspectivas, enfocando clásicos de otra manera, estrenando obras e incluyendo música contemporánea para no quedarse en la tradición clasico-romántica.
    Si en vez de fijarnos en el tamaño de las mangas del director, si los zapatos son brillantes o no o si el concertino tiene torcida la pajarita, disfrutáramos más de la música y podríamos hacer disfrutar a otros. En otras palabras, miraríamos la luna y no el dedo.

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