Se
inició la nueva temporada en el Auditorio a finales del mes de septiembre.
Desde mi abono en el patio de butacas en los tres ciclos de la sala sinfónica,
tengo el privilegio de percibir multitud de matices que desde otros puntos no
resulta sencillo. La inauguración tuvo una visita excepcional, la violinista
Anne Sophie Mutter, considerada una de las mejores del mundo y, sin duda, la más aclamada. Nadie ha acaparado tantos elogios
como ella, tanto en sus actuaciones como en las múltiples grabaciones que
atesora. En este caso, la ejecución del concierto para violín y orquesta número
1 de Max Bruch fue sencillamente perfecto, impecable y de una brillantez sonora
difícilmente superable.
Anne Sophie Mutter |
A
comienzos del mes de octubre pudimos disfrutar, por otro lado de la octava
sinfonía de Beethoven, que estaba previsto dirigiera el maestro Frühbeck, pero desgraciadamente
no pudo ser por su reciente fallecimiento.
Ricardo
Llorca, nos sorprendió en el siguiente concierto con una composición, que se
estrenaba ese día por encargo de la OCNE, que gozó del beneplácito del público.
Demostró ser un excelente compositor y disfrutamos en su obra de una base de
sucesión de acordes del xilófono admirable, que recreaba ambientes sencillos pero muy bien
orquestados, fáciles de escuchar y que recordaba en determinados momentos
armonías en la línea de compositores contemporáneos como Oswaldo Golijov o el
genial Facil Say. Mención especial requiere el director Antonio Méndez que tuvo
una ejecución impecable.
Asombroso
fue el siguiente concierto de la buena mano de Ramón Tebar, porque pudimos
deleitarnos con el joven guitarrista Montenegrino Milos Karadaglic, en su
ejecución del concierto de Aranjuez. Sencillamente impresionante.
Tebar
ejecutó, a continuación, la nada fácil obra Alexander Nevsky de Prokofiev de
forma magistral. Obra espectacular como pocas.
Emociones
al límite se llamaba el siguiente concierto. Donde se repasaban obras
impactantes. El concierto empezaba con una obra nada fácil de escuchar de
Penderecki que no gustó por lo general al público, y he de confesar que a mí
tampoco a pesar que soy entusiasta de la música contemporánea.
Quien
haya escuchado la décima sinfonía del genial Shostakovich sabe que es una de
las obras cumbre del sinfonismo del siglo XX, y así quedó demostrado con la
impresionante batuta de Urbanski, que estuvo genial.
Un
capítulo aparte merece el concierto para piano de Liszt, donde la brillante pianista
georgiana Khatia Buniatishvili, deslumbró con su talento en un concierto
escrito para demostrar el virtuosismo del pianista, y también deslumbró con su
vestido, aunque no fuese el más adecuado para un concierto.
Schoenberg - Egon Schiele |
Inbal,
fue el director del siguiente y hasta ahora último concierto celebrado, que
comprendía una sola obra: Gurrelieder de Schonberg. Obra genial y que se
encuentra entre mis diez obras favoritas de todos los tiempos. La ejecución de
esta compleja obra fue excelente, el sonido impactante, la orquesta brillante,
los cantantes sensacionales y el coro, en este caso de RTVE por la huelga del
nacional, sencillamente insuperable. Que deleite para los sentidos.
En
estas ocasiones se hace necesario acudir al concierto en buena compañía para
compartir tal cúmulo de vibrantes sensaciones.
Raro
privilegio se denominaba este último concierto. Sin duda privilegio fue
disfrutarlo y raro porque no es una obra que se interprete con frecuencia
desgraciadamente.
Obra
magnifica y también magnifica estuvo la Orquesta Nacional de España, al igual
que el coro de RTVE, que ha hecho olvidar de momento al Coro de la OCNE.
L.R.
Si el vestido de Khatia Buniatishvili no es adecuado para un concierto, ¿se tacharía a Yuja Wang de hereje por su forma de vestir? La música clásica no es algo estricto que esté atado a formas. Es precisamente eso lo que por desgracia provoca con frecuencia el rechazo de quienes no frecuentan esta música, tanto por que "es aburrida" como por los asfixiantes protocolos que algunos aún perduran.
ResponderEliminarHe leído varios artículos suyos acerca de la etiqueta de directores de orquesta y reseñas de conciertos. No comparto su opinión en varios puntos pero es tan respetable como cualquier otra, bendita libertad.
Personalmente, opino que la música clásica está en un periodo de renovación. Las orquestas programan temporadas con nuevas perspectivas, enfocando clásicos de otra manera, estrenando obras e incluyendo música contemporánea para no quedarse en la tradición clasico-romántica.
Si en vez de fijarnos en el tamaño de las mangas del director, si los zapatos son brillantes o no o si el concertino tiene torcida la pajarita, disfrutáramos más de la música y podríamos hacer disfrutar a otros. En otras palabras, miraríamos la luna y no el dedo.