Gustav Mahler |
El pasado viernes día 29 de mayo tuve la oportunidad de asistir desde mi abono en el patio de butacas del Auditorio Nacional a una de las mejores interpretaciones de la compleja sexta sinfonía de mi admirado e idolatrado Gustav Mahler.
No somos muchos, por desgracia, los mahlerianos que por nuestra gran devoción por el consideramos el más grande compositor que ha existido, recorremos casas de conciertos por la vieja Europa buscando interpretaciones de las sinfonías de quien llevó el sinfonismo a lo que es hoy. Pero el espectáculo del pasado viernes me llevó a la conclusión de que no es necesario ir muy lejos para disfrutar de una ejecución difícilmente superable.
La ejecución fue a cargo de la Orquesta Nacional de España, bajo la batuta de Semyon Bychkov. La Sinfonía n.º 6 en la menor de Gustav Mahler, algunas veces referida como Trágica, fue compuesta entre 1903 y 1904. La sexta es la única entre todas las sinfonías de Mahler que termina de forma marcadamente trágica. Las sinfonías de Mahler siempre terminan de forma apoteósica, salvo la novena que concluye apagándose como la propia vida del genial compositor bohemio.
Semyon Bychkov |
La sexta no figura entre mis sinfonías favoritas de Mahler, pero su audición me obliga a reconocer que es verdaderamente espectacular y, sobre todo, muy difícil de ejecutar.
En esta interpretación Bychkov ha llevado a cabo la obra según la edición de C.F. Kahnt de 1906 en su primera versión, en la que Mahler optó por la secuencia Scherzo-Andante como segundo y tercer movimiento. Debo recordar que tras el ensayo general previo al estreno de la obra, el compositor decidió cambiar el orden de los movimientos intermedios, lo que obligó a imprimir una segunda versión con la modificación de los movimientos reseñados: Andante-Scherzo.
La ejecución fue impecable, precisó de afinaciones entre alguno de los movimientos, dada la extrema dificultad de su ejecución por parte de la sección de cuerda y destacar el fantástico trabajo desarrollado por la sección de viento que demostró las horas de ensayo dedicadas, así como la profesionalidad de su intérpretes.
El momento cumbre para mi no fue sólo el final, sino que debo destacar los dos golpes de martillo, que transmite el tormento del alma de Mahler.
Ejecución impactante y soberbia, que propició unos largos aplausos con el púbico en pie. No es para menos.
Lucio Rivas
Si este comentario llega a ser leído, debo apuntar que más de una espera que estos artículos de música académica regresen del 2015 a nuestros días.
ResponderEliminarGracias. Tomo nota, pero no a todo el mundo le gusta.
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