El tweed no es solo un tejido: es una geografía. Su textura
áspera y su densidad cálida condensan el clima, el paisaje y la cultura del
norte de las Islas Británicas.
Nacido en Escocia, el tweed fue durante siglos el compañero natural del campo: una armadura de lana contra la humedad, el viento y la lluvia. Con el tiempo, su robustez y su paleta de colores ocres, verdes, grises y marrones moteados, lo elevaron a símbolo del vestir inglés más distinguido.